La Historia: Sofía Federica Augusta nació en Stettin (Prusia) el 2 de mayo de 1729, hija de los Príncipes de Anhalt-Zerbst, desde niña recibió una vasta instrucción académica. Cuando tenía 15 años fue elegida para desposarse con el Gran Duque Pedro Romanov, heredero al trono de Rusia, que tenía algún retraso mental. La bella joven aprendió la lengua rusa, adoptó la religión ortodoxa y cambió su nombre por el de Ekaterina (Catalina). La boda se celebró el 21 de agosto de 1745 y desde el principio la pareja tuvo grandes problemas, Pedro sufría de fimosis, lo que lo hacía impotente, se distraía jugando con soldaditos de plomo y persiguiendo mujeres. La fogosa Catalina tuvo que soportar ocho años de virginidad y finalmente, en 1754, dio a luz un niño, el futuro Zar Pablo I.
En 1762 muere la Zarina Isabel I y el marido de Catalina, es proclamado Zar, con el nombre de Pedro III. Al poco tiempo un golpe de estado lo derroca y Catalina asume el trono. Desde entonces se manifestó como una férrea gobernante, europeizando y fortaleciendo las estructuras de su estado e impulsando una agresiva política exterior con varias guerras que engrandecieron a Rusia y afianzaron su poder en Europa oriental.
Fue una «déspota ilustrada», amiga de Montesquieu, Diderot y Voltaire. Pero una de las facetas más comentadas de su vida fue la sentimental. Se le atribuyen más de 80 amantes, dos de ellos jugaron un papel fundamental en su vida: Gregory Orlov, que comandó el alzamiento contra Pedro III y le dio dos hijos ilegítimos; y Gregory Potemkin, un brillante estadista, militar y político, que supo asesorarla en los momentos más difíciles.
El 17 de noviembre de 1796 Catalina sufrió un ataque de apoplejía que acabó con su vida. Se le reconoce el haber transformado a su patria adoptiva en una gran potencia europea.
Un detalle: Durante ocho largos años, Catalina y Pedro no habían consumado su matrimonio y la Zarina Isabel, desesperada al no tener un segundo heredero para su corona, le buscó un amante a Catalina, el apuesto Sergey Saltykov. Esta unión solucionó el problema sucesorio, con el nacimiento de Pablo. En sus memorias Catalina confesó que su primera relación carnal había sido con Sergey, y que él era el verdadero padre del niño.
Otro detalle: Cuando ya era emperatriz, para atender a sus numerosos galanes, ordenó que se construyera una habitación secreta, que mando a adornar con cuadros y esculturas y mobiliario que mostraban escenas eróticas.
Otro detalle: En 1776, Potemkin y Catalina dieron fin a sus relaciones intimas. Sin embargo él siguió siendo la mano derecha de la emperatriz, y actuando como tal escogía personalmente a sus sucesores en el lecho imperial, buscando hombres mediocres, que no pudieran opacarlo. Los candidatos eran chequeados cuidadosamente por él y solo entonces los despachaba a la zarina, que mantenía romances temporales con ellos y siempre les mostraba su generosidad, elevándolos a altos cargos y concediéndoles grandes riquezas.
Un último detalle: Durante mucho tiempo se ha debatido si durante su estadía en Rusia Francisco de Miranda fue amante de Catalina. En Febrero de 1787 ambos fueron presentados por el mismo Potemkin. Miranda tenía 37 años, era apuesto, culto y mujeriego, ella tenía 58 y había engordado, pero aun era insaciable sexualmente. Miranda menciona en su diario: Catalina II me acogió con suma benevolencia, honrándome de mil distinciones. Es seguro que durante siete meses, ella siempre manifestó públicamente su afecto por él y le concedió el rango de coronel ruso. Catalina le propuso quedarse en Rusia, y ella le daría un alto cargo militar, lo que fue rechazado por el venezolano, alegando que le esperaba una importante misión en América. Como despedida Catalina le da un opulento obsequio de dos mil libras esterlinas (cien libras era el ingreso promedio de una familia inglesa de clase media, por todo un año). Se dice que Miranda creo nuestra bandera, amarilla azul y roja, inspirado en el cabello, ojos y labios de Catalina. En su diario Miranda es discreto al tratar de sus relaciones con la emperatriz, si bien algunas notas sugieren cierta intimidad.
Fuentes:
- Henry Troyat. «Catalina La Grande». Ediciones B, S.A., 2007
- Daria Olivier. «Catalina La Grande». Ediciones Grijalbo, 1967
- Tomas Polanco Alcántara. «Francisco de Miranda» Ediciones Ge, 1996
- Mariano Picón Salas. «Miranda». Colección Vigilia, Min. Educación, 1966