La historia: Nace en Paris, el 5 de octubre de 1889, hija de Rafael Parra Hernáiz e Isabel Sanojo de Parra, ambos venezolanos y pertenecientes a la alta sociedad caraqueña; su familia estaba emparentada con varios próceres de la independencia y con miembros de la aristocracia tradicional de la ciudad. Para el momento de su nacimiento su padre era el Cónsul de Venezuela en Berlín (Alemania), y junto con su esposa estaba de paso en Paris,
Tres años más tarde la familia Parra regresa a Venezuela, y se instala en la hacienda “Tazón”, propiedad de su padre, que estaba situada muy cerca de Caracas y donde se cultivaba la caña de azúcar. Estos años formativos, los de su infancia, dejaron una profunda huella en Teresa.
Poco después de morir su padre, en 1906, su madre, que tenia parientes en Valencia (España), se trasladó con sus hijos a esa ciudad, donde Teresa ingresó en el internado para señoritas del “Colegio del Sacre Coeur de Godella”, donde se impartía una educación francesa, y donde aprendió a hablar fluidamente ese idioma. Y allí comienza a mostrar su afición por la literatura, siendo sus autores favoritos los franceses Romain Rolland, Gustave Flaubert, Stendhal y Guy de Maupassant. En 1909 culmina sus estudios en la dicha institución, viaja a Paris, donde permanece algún tiempo y regresa a Caracas, que para entonces era una pequeña ciudad, pobre, provinciana y tradicionalista, muy diferente a las ciudades que había conocido en Europa.
A su llegada se alojó por unos meses en la casa de una parienta, Doña Emilia Ibarra, que era cuñada de Antonio Guzmán Blanco, (que gobernó Venezuela en tres ocasiones, en la segunda mitad del siglo XIX). Doña Emilia era acaudalada, viuda y sin descendencia, por lo que adoptó a Teresa como si fuera una hija, y la quiso tanto que en su testamento dispuso que Teresa fuera su heredera universal, pero con una rara condición: Podría disponer de esa fortuna mientras permaneciera soltera
Luego, la familia de Teresa se establece en una casa en pleno centro de Caracas, a poca distancia de la Plaza Bolívar, en la esquina de Torre a Veroes. Es entonces cuando por primera vez, va a adquirir un contacto real con la sociedad de Caracas, y observa las condiciones en las que allí vivían las mujeres de su clase, que en esos tiempos no tenían derecho al voto, no podían asistir a una universidad y su tarea principal era atender a su marido, sus hijos y su hogar; lo que la marca profundamente, ya que contrastaba con los ideales feministas que había adquirido en Europa, donde las mujeres luchaban por liberarse de las viejas tradiciones del pasado patriarcal,
Es en Caracas donde publica sus primeros cuentos, bajo el seudónimo de “Frufrú”; que fueron publicados en el diario “El Universal” y en la revista “Lectura Semanal”. En 1920 publicó en la revista “Actualidades”dirigida por Rómulo Gallegos, su cuento “Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente”, que en realidad era una ficción basada en las cartas enviadas por su hermana durante sus numeroso viajes. Y ese mismo año, triunfó en un concurso en Ciudad Bolívar, con una corta novela a la que llamo “Mama X”.
A principios de los años veinte, Doña Emilia muere y Teresa, su heredera, pasa a ser una mujer muy rica, por lo que en 1923 decide fijar su residencia en Paris, donde participaría en la cosmopolita vida literaria de esa gran ciudad.
Ahí surge su primera novela, “Ifigenia, diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba” (basada en sus experiencias en Caracas), y donde expone las vivencias de una joven caraqueña, de nombre María Eugenia Alonso, que había estudiado en un colegio en Francia, y a quien sus padres le acuerdan un matrimonio “de conveniencia”, que ella inicialmente rechaza, ya que amaba a otro hombre, lo cual le trae muchos problemas familiares. Pero al final, María Eugenia, en pro de la reputación familiar, sacrifica su vida acatando la orden de sus padres.

Edición de Ifigenia. Paris 1924
Dicha obra fue publicada en 1924 por la “Casa Editora Franco Ibero Americana de París”, y es allí donde estrenó su seudónimo “Teresa de la Parra. La novela fue una sensación en todo el mundo hispánico, donde se vendieron miles y miles de ejemplares, y fue elogiada por los famosos escritores españoles Miguel de Unamuno y Juan Ramón Jiménez.
En 1926 “Ifigenia” fue traducida al francés con un prologo del distinguido literato e hispanista Francis de Miomandre. Y la novela obtuvo en París el primer premio del concurso del “Instituto Hispanoamericano de la Cultura Francesa”, que además incluía la cantidad de 10.000 francos franceses, una gran cantidad para la época.
Es así como esta joven escritora, venida de un país apenas conocido en Europa, de pronto aparece como una estrella en los círculos sociales e intelectuales de Paris, y además con toda su belleza física, ya que Teresa tuvo el privilegio de ser una mujer muy bella, con sus ojos de color verde esmeralda, pero más grande aún que su belleza, era su encanto ya que era una persona muy culta y simpática, que cautivaba en todos los eventos intelectuales a los cuales asistía.
Como resultado del gran éxito que tuvo esta novela fue invitada a varios países: En 1927 fue a Cuba, donde representó a Venezuela en la Conferencia Interamericana de Periodistas, y donde conoce a la escritora cubana Lidia Cabrera, que sería su mejor amiga durante el resto de su vida.
Asistió también a eventos en los Estados Unidos; luego fue a Colombia donde fue recibida en forma apoteósica, y donde dictó tres conferencias sobre “La influencia de las mujeres en la formación del alma hispanoamericana”; allí compartió sus ideas acerca del feminismo, expresando: “Las mujeres deben ser fuertes, deben trabajar, ser financieramente independientes, y deben considerar a los hombres como sus amigos y compañeros, no como sus propietarios”. En estas conferencias expresa también el interés, cada vez mayor que sentía por la historia de la América Latina. Y se sabe que tenía en mente escribir una novela basada en la vida de Simón Bolívar.
A su regreso a Paris se dedica entonces a hacer una segunda novela, también con un gran sentido venezolano: “Memorias de Mama Blanca”, que según Arturo Uslar Pietri es uno de los mejores libros venezolanos. Aquí Teresa narra la vida de una niña, la cual transcurre en una hacienda llamada “Piedra Azul”, y donde describe detalladamente a la familia de la protagonista, la naturaleza del lugar, la finca, los criados, y a un peón llamado Vicente Cachocho, que es una descripción del campesino venezolano. Este relato está inspirado en sus recuerdos de la hacienda “Tazón” donde Teresa vivió su infancia, y fue publicado en 1929, también en Paris.
Esta sería su obra final, ya que en 1931 le diagnosticaron que tenía tuberculosis, una enfermedad que en esa época no tenia cura. Los siguientes cinco años fueron muy duros para ella, pasando de medico a medico y de tratamiento a tratamiento, pero enfrentándose a la muerte con una valentía y serenidad asombrosa. Inicialmente se interno en un sanatorio en Suiza, donde ella se definía como “la esclava de las nieves”, ahí su salud no mejoró, por lo que decidió ir a un clima más cálido. Paso un tiempo en las ciudades españolas de Málaga y Barcelona, cercanas al mar, pero tampoco allí su enfermedad cedió. Por lo que se mudó a otro sanatorio cerca de Madrid donde su salud se agravó, y allí pasó sus últimos días. Falleció el 23 de Abril de 1936, a los 47 años de edad. Teresa de la Parra siempre se destacará entre los mejores escritores venezolanos de todos los tiempos.

Edición de Las Memorias de Mama Blanca
Un detalle: El internado del ”Sacre Coeur”, en Valencia (España), donde Teresa estudió la secundaria se convertiría luego en un modelo para el colegio francés donde se formaría María Eugenia Alonso, la heroína de su novela “Ifigenia”.
Otro detalle: El nombre de Ifigenia proviene de una antigua tragedia griega llamada “Ifigenia en Aulide”, donde una joven, hija del rey Agamenón, sacrifica su vida acatando la orden de sus padres.
Otro detalle: La novela, “Ifigenia”, tuvo serias críticas en Venezuela, ya que muchos pensaban que ese relato podía ser un mal ejemplo para las jóvenes de la época Otro detalle: En cuanto al seudónimo “Teresa de la Parra”, el apelativo, “Teresa”, provenía de su propio nombre, y el de una serie de mujeres de su familia que lo llevaban, comenzando con su tatarabuela Teresa Jerez de Aristiguieta, prima de Simón Bolívar y madre del prócer venezolano Carlos Soublette, presidente de Venezuela entre 1843 y 1847. Y “de la Parra” era una modificación de su propio apellido. Así, cambiando sólo un poco su nombre, utilizó ese seudónimo, con el que se ocultó a medias, y con el que después quedó inmortalizada.
Otro detalle: Durante su estancia en París llevó el género de vida que convenía a una señorita de la buena sociedad caraqueña: Asistir a recepciones en embajadas y frecuentar a escritores hispanoamericanos. En el terreno sentimental mantuvo una relación, más de afecto y amistad que de amor, con el gran literato y diplomático ecuatoriano Gonzalo Zaldumbide (1883-1965); relación que ha quedado documentada en un nutrido epistolario.
Otro detalle: Entre Teresa de La Parra y la famosa escritora chilena Gabriela Mistral (Premio Nobel de Literatura en 1945) existió una estrecha amistad. Ambas se conocieron en Paris en 1927. Esta fue una relación intelectual y afectiva que se devela a través de sus muchas cartas, y de las varias obras publicadas por Mistral, dedicadas a Teresa. Dos escritoras latinoamericanas pioneras en el campo literario de los años veinte del pasado siglo.
Otro detalle: Su amiga cubana, Lidia Cabrera, la acompañó hasta el último momento durante su dolorosa peregrinación por sanatorios suizos y españoles, en busca de la imposible curación de su tuberculosis. Es a través de los escritos de Lidia que sabemos sobre los últimos momentos de la vida de Teresa.
Un último detalle: Inicialmente, Teresa de la Parra fue enterrada en el cementerio de la Almudena, en Madrid; luego, en 1974, sus restos fueron repatriados a Venezuela para ser enterrados en la tumba de la familia “Parra Sanojo”, en el Cementerio General del Sur, en Caracas. Pero desde 1989, celebrando el año centenario de su nacimiento, fueron trasladados al Panteón Nacional de Venezuela, donde reposan junto a los más grandes personajes de la nación.

Fosa de Teresa de la Parra en el Panteón Nacional, en Caracas
Fuentes
Arturo Uslar Pietri. ”Valores Humanos, Teresa de La Parra”. Casa Uslar Pietri, 2023
Oscar Sambrano Urdaneta “Semblanzas de Teresa de la Parra”. Valores, Vale TV, 2008
Tomás Fernández y Elena Tamaro. “Teresa de la Parra”. Biografías y Vidas, 2004
Froilán Ramos “Teresa de la Parra y Gabriela Mistral”. Universidad de los Andes de Chile, 2015
Diccionario de Historia de Venezuela. “Parra Sanojo, Ana Teresa”. Fundación Polar, 1988