La historia: Sobre su juventud ella misma tejió muchas mentiras, con el fin de crearse una imagen adecuada a la mentalidad romántica y libertina de su época. Decía llamarse Carolina Cabousson, que era hija de un conde francés, casado con una gitana andaluza y que a los 14 años se fugó de un colegio, adonde había sido internada, para irse con un joven de quien se había enamorado. La realidad era bastante más lamentable: Su nombre era Agustina Otero y nace el 4 de Noviembre de 1868 en el pueblo de Valga, en Galicia, hija  natural de una mendiga. A los 10 años pedía limosna bailando en las calles cuando fue víctima de una brutal violación. A los 12 años se  unió a un grupo de cómicos ambulantes portugueses y sobrevivía bailando en locales de mala muerte y prostituyéndose. 

A sus 19 años le cambia la vida, cuando en un antro de Marsella, conoce a Ernst Jurgens, un agente teatral americano que estaba allí en busca de una bailarina y  encuentra a esta joven, alta, muy bella, de cuerpo perfecto, pero sobretodo muy sensual. Jurgens se enamora de ella, la hace su amante, le pone profesores de canto y baile e invierte todo su patrimonio en hacerle una costosa promoción artística donde se enfatizaba su origen español (algo muy exótico para ese entonces). Su debut en el Eden Musée de Nueva York fue todo un éxito y su fama recorre el mundo entero. Luego se presenta en Rusia donde tiene otro éxito clamoroso y finalmente llega a Paris, la capital de la Belle Epoque, convirtiéndose inmediatamente en la estrella indiscutible de muy famosos music-halls, como el Cirque d’ Été, el Folies Bergère y el Moulin Rouge.  

Tuvo centenares de amantes, dispuestos a gastar una fortuna para obtener una noche de amor con ella, de los cuales se pueden citar, al americano William K. Vanderbilt, el hombre más rico del mundo, y a varias testas coronadas, como el príncipe Alberto de Mónaco, el rey Leopoldo de Bélgica, el príncipe de Gales (luego rey Eduardo VII de Inglaterra), El Káiser Guillermo II de Alemania, el Zar Nicolás II de Rusia, el muy joven rey Alfonso XIII de España, el Sha de Persia, Mozzafar al-Din y el Emperador del Japón, Taisho Tenno. Todos ellos la enriquecieron con costosas propiedades y valiosísimas joyas.

También figuran en su haber el suicidio de siete hombres, que optaron por la muerte al no poder lograr su amor, uno de ellos fue Jurgens, el que la había llevado a la fama y se había arruinado por su causa. El célebre pintor Toulouse Lautrec la retrataría en un lienzo que se conserva en su museo de Albi y dos grandes escritores, el italiano Gabriele d´Annunzio y el cubano José Martí, inspirados por sus sensuales bailes, le escribieron bellas poesías.

Se retira a la edad de 46 años, siendo en ese momento una de las mujeres más ricas del, mundo, sin embargo dilapidaría toda su fortuna en los casinos de Niza y Montecarlo. El 10 de Abril de 1965 a los 96 años de edad, muere en Niza, sola y totalmente arruinada. 

Un detalle: Acerca de sus amantes reales, ella comentó: “Si te acuestas con un burgués no eres más que una prostituta, pero si lo haces con un rey, eres una favorita; lo que suena mucho mejor y además te da una cierta distinción, ¿no?”.

Otro detalle: En 1892 viaja a Moscú y recibe una invitación del Príncipe Nikolaievic,  para asistir a una cena donde estarían 30 altos oficiales de su regimiento de húsares. Esa noche se le informa a los comensales de prepararse para un brindis en honor de un gran personaje. Y aparecen cuatro criados que llevan una enorme bandeja de plata maciza, encima esta acostada la Bella Otero, completamente desnuda. Los invitados, conmovidos por esta entrada triunfal, brindaron por ella y vertieron champaña sobre su cuerpo mientras ella se contoneaba, luego los lacayos aparecen nuevamente y se llevan la bandeja con la bella diosa. En verdad una noche inolvidable, de la cual hablarán todos los diarios de Europa. 

Un último detalle: En 1902, participó en una aventura que le dio mucha publicidad, la ascensión en un globo aerostático, que para la época era algo muy novedoso y arriesgado. Su único acompañante era el piloto, el atrayente Barón de Lepic; ambos se mantuvieron a 1.200 metros de altura durante cuatro horas. El comentario que dio luego a los periodistas fue: “Lepic y yo veíamos como desaparecía el mundo de nuestra vista y entonces, sin mediar una palabra, hicimos el amor apasionadamente, allí, en el fondo de la cesta”. Y añadió: “Pienso que es una experiencia que toda mujer debería disfrutar”. 

Fuentes 

  • Carmen Posadas. “La Bella Otero”. Editorial Planeta S.A., 2011  
  • Antonio Foglia. “La vita della Bella Otero”. Alberto Peruzzo Editore, 1986
  • Municipalidad de Valga. «Bella Otero». Noviembre 2018.

Por francisco

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