La Historia: A muchos jóvenes les sorprendería saber que hasta hace unas pocas décadas La mayor aspiración de una mujer era conseguir un buen marido, y su papel en la sociedad estaba relegado únicamente al de ser ama de casa: Desde los inicios de la historia las mujeres tenían que llevar a sus hijos en sus entrañas durante nueve arduos meses y después cuidarlos durante años, a lo largo de ese tiempo para garantizar su supervivencia y la de sus hijos necesitaba del hombre y no tenía otra elección sino la de quedar supeditada a él.  Hasta hace muy poco las mujeres eran consideradas inferiores al hombre, no tenían igualdad de derechos, no podían votar ni tenían acceso a la educación superior.

En la primera mitad del siglo XIX la escritora francesa, Flora Tristán, «La precursora del feminismo», reclamó fuertemente la discriminación hacia la mujer. Pero solo a fines de ese siglo comenzó a aparecer, en los países desarrollados el llamado «Movimiento feminista», que no progresó inicialmente, pero tuvo un gran impulso durante la primera y la segunda guerra mundial, cuando las mujeres trabajaron eficientemente en las industrias y empresas, sustituyendo a los hombres que se encontraban en el frente. Pero al terminar la segunda guerra, la maquinaria política y publicitaria de los países industrializados se dedicó a crear un estereotipo de la mujer, «la perfecta ama de casa»: bonita, elegante, atenta a su esposo y  a las tareas del hogar, basta ver las cuñas de TV de esos años. Pero también por esos tiempos, otra famosa francesa, Simone de Beauvoir, revelaba en sus novelas la educación que la sociedad patriarcal les impartía a las niñas, inculcándoles los valores de la maternidad, pero escondiendo tras de ellos «una trampa», la sumisión total al marido.

Todo empezaría a cambiar a partir de los sesenta, cuando en el mundo occidental surge la «liberación sexual». Las mujeres comienzan a independizarse y a planificar cuántos hijos querían tener y en qué momento (la píldora anticonceptiva que salió al mercado por esos años tuvo mucho que ver con esto). Así, ellas pudieron utilizar la mayor parte de su tiempo trabajando o estudiando, y poco a poco van obteniendo posiciones cada vez más importantes, equiparándose e inclusive superando a los hombres en algunos sentidos. Sin embargo, hasta el día de hoy, en muchos países de África y Asia las mujeres aun están discriminadas y vergonzosamente sometidas al mandato masculino.

Un detalle: El creador de psicoanálisis, Sigmund Freud, en su obra «El Narcisismo», afirmó que las niñas le envidiaban a los varones su órgano reproductor. Este concepto fue ciertamente un desacierto de Freud; él pertenecía a una sociedad muy machista que menospreciaba a las mujeres. Pero este postulado fue muy popular en los años cincuenta, cuando se quería mantener a las hembras en su rol de amas de casa. La mujer que tenía ambiciones era ridiculizada, diciendo: «Ya sabes, ella lo que tiene es envidia del….».                            

Otro detalle: Algunos historiadores aseguran que Flora Tristán, la fundadora del feminismo, era hija de Simón Bolívar. En 1802, a sus 19 años, Bolívar visitó Paris y se afirma que mantuvo un romance con la madre de Flora, Therese Laisney, que tenía 18 años y era la esposa de Mariano Tristán, de 60 años, que por cierto, nunca reconoció la paternidad de la niña. Flora confirmó que Bolívar fue un visitante asiduo de su familia y publicó cartas de él a su madre, donde se aprecia que ellos tenían una relación muy cercana. De ser así, Flora heredaría de su padre su afán de lucha por los derechos de la mujer.

Otro detalle: Mencionamos dos venezolanas que lograron romper el molde del momento: Una de ellas, Teresa Carreño, que entre 1860 y 1917, sorteando muchas barreras sociales, alcanzó grandes éxitos en varios países del mundo como pianista y compositora. Fue muy criticada, por «ganarse la vida tocando piano» y por haberse casado cuatro veces y divorciado tres. La otra fue Teresa de la Parra, que en 1924 publicó su novela «Ifigenia», que fue muy leída en Latinoamérica y ganó un premio literario en Paris. En ella refleja la inconformidad de una joven caraqueña que no tiene la posibilidad de elegir su destino «en un mundo donde las mujeres no son más que  parias y esclavas desheredadas».

Un último detalle: Mencionamos también a Lya Imber de Coronil. Nació en Rumania en 1914 y llegó a Caracas en 1930; ese año se inscribió en la facultad de medicina de la UCV y en 1936 fue la primera mujer graduada de médico en el país. Su hermana, Sofía Imber, se graduó de periodista en 1946, fue la primera mujer que ganó el Premio Nacional de Periodismo, fue productora de radio y televisión, en 1973 fundó y dirigió por muchos años el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, el más importante de la América Latina, que hasta el año 2001 llevaba su nombre. Dos hermanas muy adelantadas a su época.

FUENTES:                                                                                                                                                         

  • Gloria Solé R. «Historia del feminismo (siglos XIX y XX)». Universidad de Navarra, 1995.  
  • Antonio Cacua Prada. “Los hijos secretos de Bolívar”. Plaza y Janes, 1992.                        
  • Israel Peña. “Teresa Carreño” Ediciones Fundación Eugenio Mendoza, 1953.       

Por francisco

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